CIRCO POLÍTICO
Después de varios años de reflexionar acerca de nuestras prácticas, producciones y haceres, como compañía independiente, nos encontramos cuestionandonos acerca de las formas de nombrar lo que hacemos y fue así como decidimos lanzarnos a la arriesgada aventura de preguntarnos, si el género que denominamos circo contemporáneo, nos representa por completo.
A raíz de esta inquietud y desde nuestra experiencia, detectamos, que desde los comienzos del circo hasta la actualidad, el mismo se ha transformado, modificado, y adaptado al devenir de la historia.
Algunas prácticas conservan su tradición y otras mutan, articulandose con otras disciplinas y atravesando distintos procesos de investigación. Es así como creemos que surgen de esta modificación constante, términos como circo tradicional, nuevo circo, circo contemporáneo, Teatro acrobático, danza acrobática, entre otros. lo cual creemos que ha nutrido los lenguajes escénicos, estéticos y artísticos.
Sin embargo, nos gustaría puntualizar en una problemática que detectamos y que creemos que se potencia a la hora de introducirnos en el circuito laboral,como compañías independientes y que a su vez tiene incidencia directa en las creaciones que realizamos y el crecimiento de nuestro mercado laboral:
¿Cómo nombramos nuestras prácticas a la hora de introducirnos en el mercado laboral aquí en Argentina?.
A nuestro parecer, consideramos que esta mezcla de lenguajes, la necesidad de un reconocimiento económico y la escasa demanda de un circuito laboral en relación a las prácticas del circo, nos fue llevando a la búsqueda de estrategias para poder insertarnos en otros tipos de mercado, y de esa manera fuimos utilizando nombres tales como: “Teatro acrobático”, “Teatro físico y Circo”, “danza acrobática” etc. provocando, a nuestro entender, una pérdida de identidad que se ve reflejada en la escasez de ámbitos donde mostramos nuestras producciones.
Esto nos llevó a pensar,¿cómo se crea en/desde el circo? y si estas denominaciones, de alguna u otra forma, hoy día, no nos hacen perder soberanía sobre nuestras prácticas.
A partir de allí, empezamos a observar, que muchas veces, creamos espectáculos, desde el teatro, desde la danza, desde la performance, y no desde el circo en sí mismo.
Entendemos al circo como un arte dinámico que emerge desde las entrañas de la cultura, y se va transformando acorde al contexto en el que se desarrolla.
En nuestros comienzos nos posicionamos como herederos del circo contemporáneo, pero una vez que transitamos otros caminos y formas de hacer y construir espectáculos de circo, como en el circo callejero, o el circo tradicional, empezamos a observar, que al menos desde nuestra experiencia, estos se diferencian al circo llamado contemporáneo, en aspectos meramente estéticos. Con esto, no es nuestra intención negar que haya producciones que profundicen en otros aspectos, desde su construcción, pero sí creemos necesario comenzar a replantearnos las maneras y los conceptos que utilizamos a la hora de hacer Circo.
Mediante la observación hacia nuestras maneras de crear, de pensar el circo, de producir y de vender nuestras producciones, creemos que el género circo contemporáneo nos quedaba acotado o por lo menos no encajamos del todo en él con nuestra propuesta escénica. Es por eso que decidimos a partir de ahora mencionar nuestro género como CIRCO POLÍTICO.